César Vázquez (Peluquería)

César  Vázquez

Maestro peluquero.

La Condamine (Subida del Vado) 12-125. Frente al Centro Cultural El Prohibido.

Casado con Inés Solano.

6 hijos: José (ingeniero en sistemas, trabaja en Vandervilt), César Genaro (licenciado en Filosofía), Nancy (trabajadora social), Gloria (trabajadora social), Paúl (Contador-auditor de Cartopel), Freddy (ingeniero en sistemas, funcionario municipal).

7 nietos

¿Desde hace cuantos años se dedica usted al oficio?

Yo aprendí a los 15 años, me titulé a los 19 años.

¿Cómo obtuvo su título?

En aquellos años viéndose uno competente para ser maestro, se hacia una solicitud al comisario de trabajo, para obtener el titulo, a su vez él daba los textos para estudiar. Y él notificaba a los delegados del Ministerio de Educación a tomar el examen de materias culturales.

Lo mismo se hacia con el arte, en ese entonces había, el Sindicato de Peluqueros, se solicitaba que nombren peritos en el arte, ellos tomaban lo relacionado a la práctica y entre las dos delegaciones del ministerio y los peritos, valoraban el rendimiento del examen, obtuve 9 equivalente a muy buena.

¿De qué año estamos hablando?

Yo me titulé el 7 de mayo de 1958.

¿Siempre ha estado en la calle La Condamine?

Yo puse mi primer taller en la Calle Tarqui, frente al señor Loyola que había antes allí, después me fui más arriba, en la Tarqui. Como vendieron la casa en ese tiempo, me fui por una temporada a la Juan Jaramillo, allí había poco trabajo y regresé al barrio, a la esquina de La Condamine, aquí en esta calle voy ya unos 32 años, pero en diferentes locales. Más abajo en La Condamine y la bajada de El Vado y después pasé al local en el que estoy ahora.

¿Cuál es el promedio de gente que viene a su peluquería?

No es posible promediar, porque a veces hay más, a veces hay menos, se hace más, se hace menos. No hay un promedio fijo.

¿Cuántas personas atiende por día?

Unas 15-18.

¿Cuánto cobra por corte?

Como yo estoy acá, no muy al centro, cobro barato, pelo solo 1,50. Pelo y barba 2,50.

¿Qué estilos hace?

En corte de pelo todos: peluca, media peluca, redondo, cadetes; era un corte especial que ha cambiado el nombre, antes era el corte alemán ahora se llama cadete, pero es lo mismo y lo que sea, por ejemplo hongo, cuadrado, redondo, cortes normales.

¿Quienes son sus clientes?

Juventud hay poco, niños también poco, más o menos adultos ya mayores, eso hay más.

¿Qué corte le piden más?

Normalmente es el redondo, pero el resto si piden. La juventud siempre pide el corte cuadrado, quieren hongos o quieren que les deje una colita atrás.

¿Vive en el barrio?

No, mi casa se halla en la parroquia Sucre.

¿El oficio le alcanza para vivir?

No, ahora la situación está baja, hay mucha competencia. Señoritas que vienen a aprender, porque se crearon las academias de belleza, entonces viene la competencia. Antes las señoras hacían cortes solo a señores, pero las actuales salen ya aprendiendo o practican aparte también la peluquería, entonces ya ponen unisex y allí es donde que a nosotros nos bajan, al menos la juventud se va donde ellas, usted sabe. Por muchas razones, sea porque primero son mujeres, después de eso juventud, de acuerdo a ellos y por entretenerse.

¿Era la peluquería un oficio solo de varones?

Sí, solo de varones. La mujer solo belleza.

¿Cuántos peluqueros había en Cuenca?

Muchos, muchos. Yo cuando comencé joven había un señor Condo, un señor Huiracocha, fue secretario del Sindicato de Peluqueros que había en esa época. Había un maestro Montaleza, un maestro de aquí Pacho, un maestro Zarumeño, un maestro Mora, un maestro Lupercio, una infinidad de maestros, Otavalo y así había bastantes.

¿A qué personajes recuerda?

Bueno, a bastantes. He tenido clientes como el doctor Flavio Aguirre, que era chistoso, le gustaba conversar. Otro doctor era Jaime Abad, que es profesor, chistoso, medio un poco periodista, hacía sus periódicos e incluso me regaló alguna vez un pequeño periódico y así por el orden. He tenido como mis clientes a doctores, profesores y gente normal y corriente.

¿Conversa usted con sus clientes?

Sí, es la forma de atraerles, se les hace conversación de cualquier cosa, política, deporte o cosas personales, ese es el sistema y el lema del peluquero. Había una relación más personal. La gente siempre comenta que antes la vida era mejor, más fácil, había más plata, económicamente se pasaba mejor porque era más barata la vida, en ese sentido.

¿Es usted una especie de confesor?

A veces sí, aunque es mutuo.

¿Cómo ve usted a El Vado?

Antes había que tener recelo, porque había muchas cantinas y a base de eso la juventud y la gente tomaba mucho y hacían bulla. En las cantinas se reúne todo tipo de gente y había algunos que eran medio mañosos, salían a molestar, trataban de robar a la gente que pasaba, entonces el barrio se desprestigió, pero últimamente no, ahora le veo un barrio muy sano.

¿Tiene futuro el barrio?

Lógicamente, hay una muy buena proyección, hay muy buenos señores, no como antes que había gente mediocre, “perdone”. Ahora hay gente más buena, más bien, gente de mayor capacidad, desde ese punto deben tratar de mejorar el barrio y está mejorando. Se hacen muy buenas obras.

¿En qué otras ciudades ejerció este oficio?

Cuando recién me titulé me tocó ir al Ejército de conscripto, estuve un año en el servicio militar, cuando me licencié fui a Pasaje, allí trabajé un año. De allí he trabajado en Guayaquil, Machala, en todas esas partes he trabajado.

¿Qué otra profesión tuvo?

Me gustó ser chofer y hace unos 28 años entré en el Sindicato de Choferes, hice dos años de curso, soy chofer profesional. Pero no ejerzo la profesión, por cuanto salí del curso y me apuré con la ilusión de comprarme un taxi, me salió muy malo, tuve problemas, tuve que reparar la máquina y así por el orden, perdí mi taxi y se acabó.

¿Alguno de sus hijos ha heredado el oficio?

Mi señora quería que alguno de mis hijos siga mi profesión, pero yo no les he dado esa oportunidad. Yo como tengo experiencia en esta profesión, no me ha gustado que mis hijos sigan en ella, por una razón, antes yo he hecho alguna cosita, mi casa, por esta profesión, pero es muy esclavizante. Yo paso de 7 a 7 de 7 a 8, con un horario ininterrumpido, porque no tengo ahora operarios. Cuando tenía había más trabajo, salía a distraerme, salía a pasearme, ahora trabajo solito. No hay quién me reemplace, la clientela se va cuando encuentran cerrado el taller y se pierde.

¿Usted ha enseñado a otros?

Sí, a bastantes. Muchos que tienen ahora talleres han aprendido conmigo, puedo citar a Jorge

Astudillo que es de Baguanchi, a un primo de él que tiene la peluquería Valentina, otro hermano también, se llama Leoncio Astudillo, a su hermano Carlos y así algunos más.

¿Recuerda a su maestro?

Sí, a Juan Zarumeño, el me enseñó y me confió su taller, el vivía por las Tres Tiendas y me dejaba hasta la noche trabajar en el taller, un muy buen maestro, en el tiempo de él saqué el título.

¿Cuál es el secreto de un buen corte?

Tener las herramientas bien arregladas, bien finas, aceitadas y uno tratar de ver la forma del señor que se va a cortar el pelo, la cabeza, la forma y cumplir como quiera el cliente, porque así uno quiera hacer un corte que le ve que le puede quedar bien, el cliente dice no córteme así y uno no puede contradecir al cliente. El cliente debe quedar contento para que regrese otra vez.

¿Su profesión es un arte?

Sí, porque uno maneja a la misma persona y hay que estar con los 5 sentidos, porque por desgracia un corte no es lo mismo que un sastre, que un carpintero, se les dañó la obra y pueden rehacerla, en cambio uno no puede comprar otro cuello, por ejemplo. Hay que tener visión, mucho cuidado, vocación, ganas de hacer y trabajar bien.

¿Cuánto pelo ha cortado?

Imagínese, desde los 15 años hasta los 69 años.

¿Terminó el colegio?

No, tengo ciclo básico. Me gustaba estudiar, pero después ya no pude irme, por mis necesidades y después me casé. Todos mis hijos tienen su profesión, yo quise que estudien para que no sean como yo. El estudio es lo más importante. Ellos tienen una vida distinta y ese fue mi anhelo, que no sean como yo, uno tiene que dar lo mejor para sus hijos.

¿Pero su oficio es muy apreciado y respetable?

Sí, muchas gracias, pero como dije es la esclavitud. Yo por ejemplo cuando era joven tenía que dejar a un lado el voley, el deporte, el fútbol, por estar en mi trabajo. Antes había misa los domingos a las 4 de la mañana en la iglesia de Santo Domingo y como se trabajaba los domingos y hasta las 12 del día. Yo madrugaba a misa de 4 y regresaba a abrir mi taller a las 5. Desde la 5 ya había trabajo. Siempre la gente venía desde las parroquias que iban con un negocio a Gualaceo, a Paute, se iban afeitando, entonces ya había trabajo. Gracias a Dios eso es lo que a uno le dio para poder sostener a la familia y educar a los hijos.

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